lunes, 23 de septiembre de 2013

CAMINO DEL NORTE HACIA SANTIAGO. ETAPA 2. ZUMAIA - GERNIKA LUMO

La segunda etapa aborda una dura jornada montañera y rural, lejos de la brisa húmeda y fresca del Cantábrico, pero sin perder completamente el hechizo de la línea azulada. La travesía de las sierras emboscadas de Arno, en la muga de Bizkaia y Guipuzkoa, presentan los mayores desniveles del Camino del Norte. El monte Arno y sus solitarios collados forman parte de cualquier antología de mitos jacobeos desde el origen de las peregrinaciones compostelanas. Los peregrinos han clavado sus huellas en estas primitivas veredas combatiendo a los lobos, a los bandidos, a la soledad, al cansancio y al miedo de dejar inacabada la aventura. Hay que tomar con paciencia la ascensión y seguir pedalada a pedalada disfrutando de un entorno rural único y fascinante.
La jornada comienza muy temprano en la plaza del Ayuntamiento de Zumaia, Foruen Enparantza. Un cuestón me da la bienvenida nada más arrancar hasta tomar un atajo por una rampa-muro de hormigón rayado que sube a la ermita de Arritokieta. En poco más de un kilómetro el desnivel acumulado es suficiente para tener buenas vistas de la villa marinera y un aperitivo de lo que me espera durante la mañana.

Calentón mañanero
Los primeros kilómetros transcurren por caminos de tierra y piedras sueltas entre las colinas pastoriles del monte Ollaostagana siempre en continuo ascenso, en esta zona hay que pasar varias portillas perfectamente habilitadas con banquetas para saltarlas. Tras bajar por una rampa de hormigón y cruzar la carretera, nueva rampa-muro que sube a Olaberri. Las señales nos hacen penetrar en un oscuro bosque de robles y pinos en el paraje Urberuko Arkaitza (lugar entre rocas), con un montón de pasos embarrados que hacen sentir que estamos en plena época de lluvias...y si, en esta zona también hay rampas-muro!

Sube que te sube
Desde la ermita de San Roque, el amo del perro ese que no tiene rabo porque Ramón Ramírez se lo había cortado, comienza un vertiginoso descenso hasta las calles de Deba, por el antiguo trazado de una calzada medieval, hay que tener mucho cuidado en este tramo porque la velocidad puede llegar a ser galáctica y los peatones/peregrinos campan a sus anchas, yo estuve a punto de hacer strike con un grupo de guiris. Las vías del ferrocarril costero discurren entre las calles de Deba y la orilla del río. En este momento la parada a sellar la credencial en la estación de trenes y reponer líquido y fuerzas es casi obligada, porque una vez crucemos por el puente de piedra comienza la ascensión más larga y dura del Camino del Norte, por antiguas veredas y pasos de montaña hasta la cima del temido Monte Arno. 

El primer repecho es el más duro, por momentos se echa de menos un cuarto plato o algunos dientes más en los piñones mayores, pero he llegado a este punto muy mentalizado para sufrir y consigo superarlo...con diez piñones y tres platos!! Pasados unos minutos aparece un desvío a la izquierda por un sendero estrecho y corto que termina de superar la muralla que forma la ladera del valle y entra en desniveles más tratable, siempre por encima del 15%. El Camino del Norte aprovecha las pistas asfaltadas y las veredas de tierra abiertas en los cordeles y pasos de montaña que marcan la frontera entre Vizcaya y Guipúzcoa. Tras más de 12km de via crucis ascendente los repechos duros terminan en la falda del Monte de Dios o Jaungoikomendi, el último escalón de la montaña antes de llegar al acogedor collado de Arnoate, auténtica muga provincial y un hermoso paisaje rural de montaña poblado por añosos robles centenarios. Aquí termina la travesía del Monte Arno, que dejamos a nuestra espalda, y se inicia una nueva etapa por el ambiente rural vizcaíno.

Vistas desde la cima del Monte Arno
Las flechas que recorren los collados del monte Urkarregui nos llevan hasta el largo descenso hacia Markina Xemein por pistas forestales y veredas de montaña. Senderos, trialeras y veredas con restos de piedras medievales marcan los últimos kilómetros del descenso del monte Arno, la zona más peligrosa está en la parte final pero el nivel de adrenalina se dispara cuando hacemos este tramo jugándonos el tipo.

Peculiar ermita en Markina
Después de todo el trajín del Monte Arno, tanto para subirlo como para bajarlo, volvemos a obsequiar al cuerpo con algunos de los manjares de la tierra. El siguiente escollo será la subida al Monasterio de Zenarruza por una durísima calzada medieval con un índice de ciclabilidad bastante bajo, pero...¿qué somos leones o huevones?. Flechas arriba comenzamos a sufrir de nuevo, dureza extrema y algún que otro pie a tierra (no muchos). Pero nuevamente el esfuerzo tiene su recompensa cuando al salir de la prehistoria la vista puede contemplar una de las más magníficas representaciones de las construcciones rurales del siglo XVI.

Interior de Zenarruza
Siempre se ha dicho que todo lo que sube baja y en Euskadi no iba a ser menos. El hito de madera del Donejakue Bidea marca el inicio de una vereda ganadera entre parcelitas de pastos y pequeñas manchas forestales que descienden del monte Oiz. Desde aquí llegamos a Munitibar, lugar de descanso tradicional de los peregrinos compostelanos y punto donde se unían los peregrinos europeos que llegaban a la península por el puerto de Lekeitio. Los siguientes tramos son senderos fáciles, casi siempre en bajada, hasta llegar a Olabe donde volvemos a encontrar entretenidos pasajes estrechos con un par de vadeos fáciles de pequeños arroyos que nos hacen viajar a otra época del año por la humedad, frescura y color verde que presentan.

The Paradise
Los últimos kilómetros de la jornada recorren una pequeña cordillera de montes poblados de frondosas masas forestales destinadas a la explotación. El camino es un duro rompepiernas por pistas madereras de mal firme y largos descensos técnicos mal señalizados. Entramos en las solitarias colinas del monte Burgogana y volvemos a enfrentarnos a varias rampas-muro muy destrozadas por la maquinaria que se encarga de explotar los recursos forestales de la zona. El descenso final recuerda la gran bajada del monte Arno (omnipresente en mi cabeza durante todo el día), pero más corta y menos técnica. Los amantes de senderos rápidos y estrechos (como yo) disfrutarán a lo grande.

El acceso hasta Gernika-Lumo lo hice a toda velocidad por la carretera de Ajangiz, y rápidamente llegué al albergue de Aterpetxea donde volvería a encontrarme con la familia para enlazar la etapa hasta Castro Urdiales finalizando así mi maravilloso periplo por el País Vasco.

El reencuentro
La etapa más corta (65km) pero sin duda la más dura (+2100m), aunque también la que mayor satisfacción me ha dado al completarla y sobre todo disfrutarla al máximo.

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