viernes, 4 de octubre de 2013

CAMINO DEL NORTE HACIA SANTIAGO. ETAPA 3. CASTRO URDIALES - SOMO

En el siglo XIII la villa de Castro Urdiales, la antigua Flaviobriga romana, era uno de los puertos pesqueros más importantes del Cantábrico, integrado en la Hermandad de las Cuatro Villas Costeras de la Montaña y los Océanos, de la que también formaban parte las villas de Laredo, Santander y San Vicente de la Barquera. Durante siglos gozó de un notable esplendor gracias a la pesca, las relaciones comerciales con Flandes y las peregrinaciones jacobeas. La población estuvo amurallada y defendida por un castillo del que se conservan buenos vestigios que han sido convertidos en faro. La estampa de la iglesia gótica de Santa María, el castillo y el ambiente portuario del casco viejo despiden al viajero compostelano.

El primer enlace del camino me permite llegar a Castro Urdiales temprano, con tiempo de disfrutar de sus playas, su gastronomía y del ambientazo en la parte antigua antes de iniciar la tercera etapa.

Restos del Castillo
Para no perder la costumbre el inicio de la jornada lo hago temprano, aún no ha salido el sol, pero esta vez con la huida de la ciudad perfectamente estudiada. Rápidamente llego a Cérdigo a través de una vereda entre encinas y matorrales, el firme tiene un tramo difícil al principio, con zonas rocosas y escalones que debemos disfrutar al máximo hasta llegar a Islares, pues la etapa de hoy transcurrirá en su mayor parte por firmes asfaltados de caminos vecinales y carreteras locales del medio rural. Hay que aprovechar estos pequeños tramos que siguen viejas sendas campesinas cerca de los acantilados costeros del Cantábrico y admirar el zócalo costero plagado de pastizales y buenas vistas de los montes de Liendo y Buciero.

Amanece en Cantabria
La etapa de hoy tiene todos los ingredientes para ser tranquila y fácil pero a medida que pasan los primeros kilómetros comienzo a notar que algo no va bien. Un pequeño hormigueo ronda por mi rodilla derecha, no le doy demasiada importancia hasta que comienzo a sentir unos pinchazos fuertes que me provocan un dolor enorme en cada pedalada. Continúo avanzando con la ilusión de que a medida que se vaya calentando irán desapareciendo. 

Bahía de Islares
De esta forma al llegar a Rioseco decido aventurarme en el tramo más duro del día que comienza con una subida por un laberinto de caminos rurales y trochas madereras. El primer repecho es el más duro, una rampa-muro por un bosque de eucaliptos. Las labores de explotación forestal han destruido varios hitos jacobeos lo que hace que sufra alguna que otra pérdida de orientación. Paso muchísima miseria en este tramo, no puedo pedalear a no ser que vaya a molinillo, el dolor es intenso y las rampas son durísimas, voy perdiendo la esperanza de que vaya a remitir. Finalmente llega el momento de comenzar a bajar y con él mis pensamientos de que el descanso reducirá el dolor. Iluso de mí, cuando llego abajo sin haber dado una pedalada me doy cuenta que ahora me duele mucho más, no puedo continuar, tengo que parar. Por suerte esto me ocurre a la entrada de Liendo y aunque es temprano y todo está cerrado una amable señora que toma el "fresco" en la puerta de su casa me ofrece un vaso de agua para poder tomarme un calmante.

Al fonde la Playa de la Salvé
Laredo está a pocos kilómetros pero me cuesta sudor y alguna lágrima llegar llegar hasta la torre, desde donde accedo al conjunto urbano por una empinada rampa de hormigón que llega al casco histórico. En el paseo marítimo de la Salvé hay que elegir entre la ruta de Colindres y Gama, rodeando las marismas del estuario del río Asón o la apacible travesía en barca por la bahía de Santoña, en mi estado la opción elegida es la segunda que me permitirá descansar y además volver a disfrutar del encanto de un tranquilo paseo en barco. Para llegar hasta "El Gasolino" tengo que atravesar con la bici la playa y sentir la sensación del pedaleo sobre la arena mojada...placeres de la vida! ;-).


Al salir de Santoña, un poco acojonado, paso junto a los muros del centro penitenciario de Dueso, donde varios inquilinos esperan en la puerta y no me quitan la vista de encima. El siguiente tramo es poco recomendable por su baja ciclabilidad y decido evitarlo para no castigar más mi maltrecha rodilla. Vuelvo a parar en Argoños a disfrutar de un par de pinchos que me den fuerza para afrontar los últimos kilómetros hasta mi destino. 

No va a ser todo pedalear
El tramo final se hace bastante duro, los kilómetros pasan despacio atravesando las aldeas de Bareyo, Güemes y Galizano unidas por muchos y empinados toboganes, suerte que estaban asfaltados. Cuando ya tengo Somo a 7 kilómetros y todo el terreno llano, se levanta un aire fronto-lateral que me deja seco. El ansia por llegar me activa el modo competición y me paso el cruce que me llevaría a las playas de Somo donde había quedado con la familia, 3 kilómetros más...ufff...esto no termina nunca! 

Finalmente conseguí llegar a mi destino en 3h 45' con 75km, +1200m en las piernas, mucho dolor en la rodilla y una elevada sensación de cansancio acumulado que harán plantearme seriamente continuar la aventura. 

La mejor vitamina
Pero, como cada día, todos los dolores desaparecen al encontrarme con los míos. Hoy visitamos el Parque de la Naturaleza de Cabárceno, no puedo quitarles la ilusión, después enlazaremos con San Vicente de la Barquera donde será el inicio de la cuarta etapa.


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