martes, 17 de septiembre de 2013

CAMINO DEL NORTE HACIA SANTIAGO. ETAPA 1. IRÚN - ZUMAIA

Después de muchas negociaciones, ajustes, leer, buscar, reservar...la decisión está tomada, nos vamos a Santiago. 

Mi camino será compartido con la familia, es una parte de mis vacaciones, y lo haré de forma atípica, sin alforjas ni albergues. La intención es partir de Irún y llegar a Santiago, haciendo una media de 75km diarios y enlazando etapas por falta de días para completarlas todas.
La costa del Cantábrico es brava y salvaje. El litoral vasco es una construcción de imponentes moles rocosas, acantilados y pequeñas sierras costeras que durante siglos fueron puestos de avistamiento de ballenas y atalayas de vigilancia para controlar las incursiones de los piratas que llegaban del norte.
Iniciamos el camino
La aventura comienza en el puente del río Bidasoa. La etapa es una sucesión de duras subidas y bajadas con varios tramos por senderos de montaña y viejas veredas campesinas. La travesía en barca del puerto de Pasajes es uno de los momentos más tranquilos de la jornada, el bullicio urbano de la bonita Donostia marca el contrapunto en una jornada de colores verdes y azules. Las emboscadas en los montes de Jaizkibel, Ulía, Igeldo y Mendizorrotz son un reto para las piernas, pero te sumergen en los últimos retazos de la naturaleza salvaje que miran al horizonte del Cantábrico en la costa de Gipúzcoa. Zarautz es un regalo de ajetreo playero antes de entrar al sutil paisaje de los emparrados que producen el popular chacolí de Getaria. La dura jornada concluye en el acogedor caserío de Zumaia.
Todo listo
Es martes 2 de Septiembre y amanece temprano en Irún, aún no han puesto las calles cuando comienzo a pedalear, o al menos es lo que parece, porque tardo más de 20 minutos en encontrar el punto de partida...y es que por las noches los gatos y las flechas son todos pardos. Seguir las flechas por la ciudad tampoco es tarea fácil, aún así consigo escapar del laberinto urbano y adentrarme en las marismas de Jaizubia. El cambio de ambiente es asombroso aunque solo durará unos minutos, justo lo que tardan en aparecer las primeras rampas de la dura subida al monte Jaizkibel.
Cogiendo altura
Las marcas amarillas indican muy bien la ruta a través del bosque, siempre en sostenido ascenso entre robles y pinos por veredas anchas y ciclables, en ocasiones rotas por la escorrentía. El desnivel supera el 25% en varios tramos y hay que acostumbrarse a ello porque a lo largo de todo el camino del norte es continua la aparición de estas rampas-muro.

Rampas imposibles en Jaizkibel
La travesía del Jaizkibel termina por las laderas emboscadas de Izaskona. El descenso es muy rápido, dejando al lado el faro de la Atalaia y los restos del fuerte Lord John Hay, el punto de partida de las torres defensivas del monte Jaizkibel, y uno de los hitos históricos de la costa gipuzcoana. Rápido llegamos a los escalones que permiten el acceso al pintoresco pueblecito de Pasajes de San Juan. En una pequeña embarcación pasamos de una orilla a otra de la bahía disfrutando de un apacible y tranquilo paseo en barco.

Paseito relajante
Guiado amablemente por una patrulla de udaltzaingoa (policía local vasca) continúo por una ruta alternativa a los 200 escalones de una vieja escalinata que salva un desnivel de 100 metros por donde indican las flechas amarillas. Enlazo de nuevo con el itinerario oficial justo al lado del acceso al faro de la Plata y continúo por un sendero abierto a media ladera en la muralla costera. El camino es estrecho y hay que mantener el equilibrio para no desplomarse sobre la alfombra de helechos y arbustos que cubren los precipicios del litoral. El ambiente es excepcional, uno de los paisajes más auténticos y naturales de la costa vasca. Hay algunos tramos muy técnicos de bajada y al final una fuerte subida con piedras y escalones. 



Con el tiempo justo de almacenar en mi retina las preciosas estampas que acabo de disfrutar comienza el ascenso al monte Ulía, las señales amarillas se cuelan entre los árboles y siguen por una vereda cómoda para completar la ascensión por el trazado de un antiguo tranvía. 

Más tramos técnicos de subida
Una pista asfaltada baja a las calles de Zemorrilla, el primer barrio de San Sebastián. De nuevo la dificultad para seguir las marcas dentro de la ciudad es alta, el jaleo del tráfico, los semáforos y las paradas imprevistas te obligan a poner en alerta los cinco sentidos. La primera referencia es la playa de Zurriola, paso el puente del río y dejo a la derecha el Alde Zaharra, popular casco viejo de San Sebastián. Pronto aparece el arenal de la Concha, una de las playas más famosas de Europa. Dicen las malas lenguas que con la marea baja se podría seguir por la arena de la playa hasta Ondarreta, en mi caso tuve que continuar el pedaleo por el paseo de la Concha y pasar el túnel del palacio de Miramar hasta enlazar con la carretera de subida a Igeldo. 


Playa de la Concha
Las indicaciones del Donejakue Bidea dicen que la subida continúa por un sendero emboscado estrecho y resbaladizo. Un vecino del barrio de Txulotxo tiene la amable costumbre de dejar en la puerta de su casa agua, sillas, cuño para sellar la credencial y motivos jacobeos para animar a los peregrinos, un detalle muy agradecido pues aún quedan 795km hasta Santiago.


Detalles de la amabilidad vasca
Las señales amarillas van enlazando caminos rurales de asfalto y tierra por Igeldo y los montes costeros de Mundizorrotz que poco a poco se convierten en una senda estrecha y técnica que surca el monte desforestado. La travesía es difícil porque dibuja el fondo de los barrancos y tiene pasos pedregosos y empinados. El desnivel es alto en este tramo, pero de momento se han terminado las subidas duras...menos mal!
Espectacular la bajada
El Donejakue Bidea nos lleva hasta las colinas ganaderas del monte Andu Aitz y desciende la montaña por un sendero técnico hasta Orio, el escenario donde entrenan los remeros más populares de Gipúzcoa. Pronto llegamos a Zarautz y elegimos la alternativa más dura para acceder a Getaria, una rampa-muro por el empedrado medieval del camino primitivo que a estas alturas no veas si se agarra a las piernas. 


Barquito en Getaria
La ruta continúa adentrándose en un sugerente ambiente de viñedos y horizontes marinos hasta la aldea de Askizu y una útlima pista de tierra nos deja en la bajada final a la villa marinera de Zumaia donde espera la mejor sorpresa de cada día, el reencuentro con la familia.
El premio
Las sensaciones inolvidables, y el recorrido espectacular. 70km, +1750m, 4h 20' una etapa que no dejará indiferente a nadie que se anime a hacerla.

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