jueves, 24 de enero de 2013

Aventura en la Nieve

Como niños chicos disfrutamos en la tarde de ayer sobre la nieve caída estos días en Las Villuercas. No es habitual para nosotros encontrar los caminos cubiertos de nieve y ante la gran cantidad acumulada no podíamos dejar pasar una experiencia inolvidable.




Con el tiempo justo por temas laborales partimos desde Logrosán Manuel y Yo (César) sin apenas haber comenzado a hacer la digestión del medio día. Dejamos el coche en el Humilladero y comenzamos a subir en dirección al Pico Villuercas. Desde abajo se apreciaba nevado pero no excesivamente. Comenzamos a subir y la carretera estaba casi limpia de nieve, rodábamos sin dificultad y el pedaleo era cómodo.


Cuando apenas llevábamos un kilómetro de ascenso la cosa comenzaba a ponerse blanca, ahora sí había nieve. Muchos  curiosos jugaban y hacían fotos mientras se sorprendían al vernos pasar. Saludos de rigor y nosotros a lo nuestro que el pedaleo se hacía cada vez más complicado. A la dificultad añadida de la pendiente se sumaba la nieve acumulada, la ventisca y los copos que comenzaban a caer sobre nosotros, eso sí...frío ni gota, sudando como perros!
Los momentos más complicados los vivimos en el kilómetro 4, aquí la pendiente era muy elevada y un coche debió de patinar minutos antes dejando las rodadas muy marcadas y difícil paso para nosotros. Tras hacer unos 150 metros a pie y varias fotos de rigor continuamos el ascenso hasta alcanzar el enlace con la ruta del Onceno, a 1250 metros de altitud, por donde bajaríamos de nuevo hasta el coche.


La bajada sería una incertidumbre para nosotros, los primeros 50 metros tienen una pendiente que asusta solo de mirarla, si además lo conoces y sabes lo que hay bajo la nieve el miedo aumenta considerablemente. Decidimos hacer el primer tramo bajados y en algunos momentos yo me hundí en la nieve hasta la cintura...pabernosmatao!!


El resto del descenso fue alucinante, zonas más rápidas, otras más lentas, muchas fotos, vídeos...nos cruzamos unos moteros que subían por donde nosotros debíamos bajar, y es que locos hay por todos lados. El último tramo estaba más limpio de nieve pero muy peligroso por las rocas mojadas. Con la adrenalina por las nubes y la hora pegada llegamos al coche, cargamos las bicis y vuelta a casa que el deber me llama.


Experiencia inolvidable, difícil y peligrosa por momentos pero que volvería a repetir sin dudarlo. Nos hubiera gustado llegar a la cima, 1600 metros, pero podría haberme costado el divorcio, para la próxima!

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