viernes, 25 de octubre de 2013

CAMINO DEL NORTE HACIA SANTIAGO. ETAPA 5-6. LUARCA-MONDOÑEDO....SOBRADO DOS MONXES-SANTIAGO

El Camino de Santiago navega por la costa del Cantábrico y recorre las suaves ondulaciones del litoral occidental asturiano, salvando las últimas rías del viaje compostelano. Paisajes de agua y arena, de repechos infernales y bellas marismas que tanta personalidad otorgan al Camino del Norte desde el inicio de la andadura cicloperegrina en el puente del internacional Bidasoa. En Ribadeo termina definitivamente la compañía del mar, el horizonte sereno y amistoso del viejo Cantábrico, padre y creador de todos los pueblos que hemos ido dejando atrás con el pensamiento clavado en la plaza del Obradoiro. 
Mucho arcén y de vez en cuando un sendero por un bosque de eucaliptos, un barranco salvaje o un prado ganadero será el paisaje que me acompañará a lo largo de la penúltima jornada jacobea.

Luarca es una población muy animada a cualquier hora. El próspero puerto ballenero del siglo XVII se ha convertido en la turística Villa Blanca de la costa asturiana, y será el punto de partida de mi última aventura cicloperegrina.

Luarca precioso pueblo pesquero

Para afrontar un reto de estas características además de estar bien preparado físicamente debemos estarlo psicológicamente. Muchos días, muchos kilómetros, mucho cansancio acumulado, dos días seguidos lloviendo... si a todo esto le unimos el bienestar de los que te acompañan cada día a cierta distancia, el deseo de llegar al final aumenta exponencialmente.

Llegamos a Luarca tras un día cargado de actividades, visitas y mucho ajetreo de coche, con la pena de haber tenido que suspender la etapa Ribadesella-Gijón por motivos meteorológicos. Desde aquí aún me quedan tres jornadas para alcanzar la meta pero es la primera vez que comienzo a apreciar cansancio mental en mí y agotamiento general en el resto. La tarde pasa rápido visitando este precioso pueblo pesquero, pero mi cabeza no para de dar vueltas intentando buscar una solución para conseguir alcanzar Santiago lo antes posible. Es durante la cena cuando doy forma a la idea y tomo la decisión de quemar los últimos cartuchos en una megaetapa, con un enlace intermedio, para conseguir llegar a la plaza del Obradoiro al día siguiente. Dejo todo preparado antes de ir a dormir, la jornada comenzará antes de las 5 de la madrugada y esta vez la noche será mi compañera durante muchos kilómetros.

Puerto de Luarca
Luces y acción!! Hace un frío del copón y la noche está muy cerrada, no hay previsiones de lluvia para el día pero el cielo amenaza.  No tardo en entrar en calor y es que la salida del pueblo se hace a través de la retorcida y empinada calle de la Peña, la dura ascensión descubre el valor natural del puerto de Luarca, escondido en una arruga natural de la costa a salvo de tormentas y vendavales.

Los hitos compostelanos siguen por los caminos vecinales paralelos a la carretera nacional. En el terreno es imposible distinguir el final de un barrio y el inicio del siguiente. Las casas, los jardines y los campos de hierba se van sucediendo sin interrupción. Tras un duro repecho llego a la aldea de Bao, donde hay una curiosa fuente peregrina y un hospitalario guardián del Camino que se dedica a crear esculturas con objetos reciclados. La noche solo me permite admirarlos fugazmente y continuar el camino. En todo momento elijo la variante más fácil, a pesar de ser por asfalto, este lobo solitario desprende demasiado miedo para adentrarse por el monte con nocturnidad y alevosía.

Poco a poco van pasando los pueblos, Navia, Jarrio, Castello, Tapia de Casariego...y cada vez se aprecia más el amanecer llegando a Ribadeo. Este será el lugar elegido para tomar un suculento desayuno que me permita afrontar el tramo más duro del día. El viaje hasta Mondoñedo supera por poco los 35km, pero acumula el doble de desnivel positivo que en los casi 60 kilómetros que llevo hasta el momento, además es bastante más duro y entretenido, especialmente por las travesías montañeras de la sierra de Santa Cruz, a la salida de Ribadeo, y los infernales repechos de Costa de Arante, cortos y rabiosos. Los montes del interior de la provincia de Lugo no tienen grandes alturas ni puertos de largas distancias, pero los caminos presentan rampas-muro que obligan a estrujar el plato pequeño durante un buen rato.

Rica tarta de Mondoñedo
Casi 5 horas han pasado hasta poder saborear el dulce más típico de Mondoñedo. Tramos tremendos en dureza, imágenes preciosas y grandes recuerdos quedan grabados en mi memoria. La primera parte de la megaetapa está completada, lo más difícil, lo más arriesgado. Ahora solo queda enlazar con Sobrado Dos Monxes y afrontar el último tramo que me llevará al Camino Francés donde el espíritu peregrino florece a cada paso.

La última etapa del viaje es una fiesta romera. El Camino del Norte concluye su andadura en Arzúa, donde conecta con el Camino Francés y la densa riada de peregrinos que acuden a la catedral de Santiago por la arteria jacobea más importante y concurrida de todos los ramales y variantes del Camino de Santiago. El encuentro con otras personas que comparten la misma ilusión produce una alegre excitación. Los toboganes de ferreiros, el Alto de Santa Irene o las ascensiones a Cimadevilla  y el Monte do Gozo, efigie esencial de todos los monumentos que representan el éxito de la peregrinación compostelana, son pequeños lances deportivos en las últimas geografías gallegas y no representan ningún esfuerzo porque la meta está muy cerca.

Estos kilómetros pasan muy rápido, a pesar de que las piernas ya van calentitas. La arquitectura popular del interior de Galicia es digna de admiración o al menos curiosa y tiene sus orígenes en los antiguos pueblos romanos y celtas que habitaron y culturizaron el noroeste de la Península. El trazado urbano de los pueblos mantiene el diseño original de influencias castreñas. Las aldeas componen un entramado disperso de edificios de techumbres oscuras cubiertas de musgo, calles de piedra y madera de castaño, roble y abedul. 

Una última parada gastronómica obligada en Arzúa, para probar su famoso queixo, el exquisito pulpo gallego y reponer fuerzas para afrontar la recta final. El ambiente peregrino en las calles de Arzúa es muy intenso, nada que ver con lo vivido en mi viaje por la costa del Cantábrico y el interior de Galicia por donde solo me cruzaba diariamente con unos pocos.

Exquisito pulpo gallego
A partir de Arzúa es innecesario seguir flechas amarillas, hay que estar más pendientes de no molestar o atropellar a los caminantes que de buscar los mojones con la vieira en los cruces. Aún me llevaría una agradable sorpresa, varios kilómetros antes de llegar al Monte do Gozo acierto a ver 4 bicigrinos, tres de ellos vestían una equipación amarilla que me parecía la del Club Ciclista Miajadas. La semana previa, mientras ponía a punto mi bici, había coincidido con un chaval de la localidad tomatera que iniciaba el camino hacia Santiago, por la Vía de la Plata, en fechas cercanas a las mías. No me lo podía creer, eran ellos!! Ambos nos sorprendimos y alegramos de encontrarnos y compartimos los últimos kilómetros, contando cada uno sus aventuras y desventuras.

El mundo es un pañuelo. Monte do Gozo
La entrada a Santiago fue un poco caótica, es por esta calle, no es por la otra...por ahí no vayáis chavales que hay escaleras...dimos varias vueltas hasta tomar la decisión de seguir el sonido de las gaitas. La agradable melodía nos acercó hasta la plaza del Obradoiro y fué en ese momento cuando el vello comenzó a erizarse, el corazón a latir más rápido y todas las sensaciones vividas en los días previos recorrieron fugazmente mi mente. Lo había conseguido, estaba allí, en Santiago de Compostela. Aquello era un hervidero, había gente por todos lados y yo buscaba con la mirada el premio más ansiado, el reencuentro con la familia. Sin ellos jamás habría llegado hasta aquí y mi mayor deseo era abrazarlos y celebrarlo con una foto que siempre quedará para el recuerdo. GRACIAS!!!

Objetivo conseguido!
Fotos y más fotos, de una manera y de otra...mirada a todos lados, admiración, alegría...un cúmulo de sensaciones que hay que vivir para sentir, algo que por mucho que te lo cuenten jamás sabrás lo que significa hasta que no te ocurra en primera persona. 


Finalizamos con una cola interminable para recoger la compostela en la oficina del peregrino. Allí todos los que habían completado su camino desde muy distintos puntos de la geografía mundial se agolpaban para obtener su reconocimiento. Se escuchaban historias asombrosas, testimonios desgarradores y el estado de muchos de los peregrinos daba muestra de lo que puede llegar a hacer la fe.

El reconocimiento
No puedo finalizar mi última crónica sin agradecer a los pocos, o muchos, lectores que me han seguido hasta el final. Tanto durante el camino como posteriormente con la lectura de estas humildes crónicas. Gracias a todos!! 

Quién se apunta a la próxima??

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