viernes, 18 de enero de 2013

Y tomaron la alternativa...

Ruta: Desfiladero del Ruecas
Participantes: 7
Distancia: 45km
Desnivel: 600m
IBP: 47 BB*

Antes de comenzar con la lectura de esta crónica advertimos que podría herir la sensibilidad de algunas personas y pedimos disculpas anticipadas por la longitud de la misma...pero cuando las palabras fluyen y hay mucho que contar llegamos a estas situaciones. ;-)

El cielo estaba despejado y la mañana era muy fría cuando llegamos a La Parada, allí nos encontramos con un montón de cazadores esperando el sorteo de sus puestos para comenzar a montear. Sergio, Julio y Perdi ya estaban esperando cuando llegamos Antonio y Yo (César). El presi llegó pocos minutos después puntual como un reloj, mientras esperamos a mi tocayo, Minuto hace las primeras fotos de rigor. En vista que no llega decidimos esperarle en el Cristo y así vamos avanzando. 



A las 9:15h partimos dirección a la bajadita del Granaillo hasta la Vía Verde para continuar hasta la Estación de Logrosán, desde allí tomaremos el Camino Natural que nos guiará al Desfiladero del Ruecas. El ritmo es muy lento desde el inicio para tantear al personal y ver como responden las piernas. 


Al comienzo de los primeros repechos mi tocayo empieza a sentirse incómodo y se queda muy rezagado junto a Manuel que hacía de cola, esperamos un poco y al ver que no llegan decidimos volver en su busca, enseguida aparece el Presi y nos da la noticia de que el compañero ha vuelto a casa porque las sensaciones sobre la bici no eran buenas. Superado el primer percance continuamos hacia delante a ritmo alegre y entretenido por los toboganes, Perdi ha salido con ganas y va lanzado en cabeza, Julio y yo le seguimos de cerca y el resto va algo más atrás reservando fuerzas junto al Presi que sigue cumpliendo con su cometido. Antes de comenzar a subir el puerto de Cañamero Julio nota que su máquina no cambia, paramos, revisamos y el cable del cambio trasero está roto, intentamos repararlo sin éxito y en vista de la dificultad de tener que hacer el resto de la ruta con el piñón pequeño decide volver a casa. Aún no habíamos llegado a mitad de ruta y ya eramos dos menos.  Una vez coronado el puerto continuamos el Camino Natural con una bajadita divertida pero peligrosa por la humedad y los badencillos repentinos, Perdi a punto de besar el suelo controla su bici como un profesional.


Sergio advirtió al inicio que no había pasado una buena noche y la gastroenteritis no es buena amiga del esfuerzo, el último tramo hasta llegar al Caño fue un suplicio para él pero solo el intento de hacer la ruta en esas circunstancias es digno de admiración. Llegamos arriba y se produce la última baja de la mañana, habíamos perdido tres efectivos...malos presagios, aún así seguimos adelante sobre lo previsto pues lo que quedaba era lo más divertido.


Una vez hemos cruzado Cañamero por San Miguel iniciamos la subida de la autopista hacia el cielo en dirección al Desfiladero, llegamos arriba y comenzamos la espectacular y rápida bajada ante unas majestuosas vistas que casi no da tiempo a contemplar sino queremos poner en peligro nuestra integridad física.





Continuamos cruzando el Batán oscuro para bordear la Sierra del Pimpollar, tramo muy divertido y que hicimos a un ritmo elevado para disfrutarlo al máximo. Llegamos a las casas de Coronito y comenzó lo más peligroso y arriesgado de la ruta.

Llegó el momento de tomar la alternativa, la cuadrilla formada por Antonio Alpuente "El Farma", Miguel Ángel Perdigón "El Perdi", Manuel Serradilla "El Presi" y César del Ama "El Coriano" se dispusieron a hacer el paseillo por el interior de la Finca Las Olivillas...compuestos y sin capotes. Éramos conscientes de que allí habría ganado bravo...pero jamás pensamos que lo encontraríamos tan cerca. Pronto nos dimos cuenta que las reses estaban fuera de los cercones donde las habíamos visto otras veces y pastaban tranquilamente justo al lado del camino por donde debíamos pasar, eran vaquilllas, novillos y toros de bastante embergadura, con una cornamenta que asustaba al verla de lejos...cuanto más de cerca. La primera idea fue darnos la vuelta pero como habíamos oído que cuando hay varios tienen menos peligro nos lanzamos a la aventura. 



El Perdi, como miembro más jóven, se mostró valiente y lanzó su bicicleta a todo lo que daba para evitar ser alcanzado por los astados, craso error pues el ruido asustaba los bichos provocando que se levantaran y nos miraran fijamente a los que veníamos detrás, además según avanzaba el camino iban apareciendo más miembros por lo que cambiamos la táctica por la de ir despacito evitando llamar la atención de los morlacos. Una vez habíamos pasado la zona de subida, la más peligrosa porque nuestro ritmo de pedaleo en caso de embestida no podría ser muy elevado ya que la cuesta se las traía, oteábamos en el horizonte la puerta de salida con tan mala suerte que cuatro maravillosos novillos con un porte precioso la custodiaban. Fue vernos aparecer y parar de comer hierba para poner sus miradas fijas hacia nosotros...el avance lento ya no servía...ahora sí, el miedo se apoderaba de nuestros cuerpos, hay que saltar la valla, yo por ahí no paso que tengo mujer e hijos ;-). Finalmente la arriesgada aventura terminó sin percances serios, hasta el punto de que "El Farma" pasó a pocos metros de un astado vestido totalmente de rojo y llamando su atención para hacer un "bicirecorte" y no hubo consecuencias. Terminamos una mañana muy entretenida, arriesgada y con todo tipo de percances haciendo un pequeño recorrido por la preciosa zona del Charco La Cuerda para regresar al pueblo por las pistas junto al Ruecas y tomar un merecido avituallamiento sólido y líquido en Cervecería Jalama.




 



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