Por la Sierra de Madrid

Ruta: La Hoya de San Blas

Participantes: 2

Distancia: 41km

Desnivel Acumulado: 981m

Dificultad: Media
IBP: 67 AA*

Tras hacer unos arreglos a nuestras máquinas, salimos de Soto del Real (Madrid),  Gonzalo y yo (Javi), alrededor de las diez de la mañana. No tenemos una ruta definida por desconocimiento del terreno, solo sabemos que hace un frío que pela y que vamos a perdernos en la Sierra de Guadarrama bajo un denso manto de niebla.

En principio la cosa no pinta muy bien, no sabemos lo que nos vamos a encontrar y el día está un poco feo, al menos no llueve (de momento). Pero justo al dejar el pueblo y empezar a subir por una pista, encontramos que hay algunas “vereas” fuera del camino que hacen el comienzo bastante divertido. Gonzalo, que se estrena con las calas, no tarda en rodar. Nada serio, primer aviso. Seguimos subiendo entre rocas y barro saliéndonos del camino a la menor oportunidad. Esta zona está muy rodada, por lo que esto no es difícil.

El campo está precioso, no tenemos mucha visibilidad del paisaje lejano por la niebla pero el terreno por el que vamos avanzando está completamente blanco por la helada, parece como si estuviera todo nevado.

Con algunas dudas de si por aquí o por allí, nos metemos en la que creemos es la pista que andábamos buscando. Es una ruta que hemos visto por internet, bastante chula (La Hoya de San Blas, http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=3045881)

Sin estar muy seguros de si es ese el camino, seguimos subiendo y nos encontramos con un senderista de aspecto dudoso al que preguntamos y nos confirma que vamos bien. “A la derecha, bajada hasta Miraflores de la Sierra; a la izquierda, subida al puerto de la Morcuera” ¡A la izquierda entonces!

Hemos empezado a 920m de altitud y en este punto estamos a unos 1300m. Ya hemos dejado atrás la niebla y continuamos pedaleando entre pinos y robles siguiendo el sendero que avanza en zigzag con una buena pendiente. Y así hasta unos 1550m (según mi móvil). 

Como el cielo está cada vez más negro, los pies cada vez más fríos y que ya no sabemos por donde tirar, decidimos iniciar el descenso más o menos por donde hemos venido, si nos acordamos. Son las 12:30. No nos gusta bajar por pistas, es aburrido y el frio ataca nuestras ropas húmedas. En cuanto podemos nos volvemos a salir del camino y encontramos un montón de “vereas” muy divertidas. No sabemos dónde vamos pero nos da igual. Esa se convierte, casi sin querer, en la mejor parte de todo el recorrido. Piedras, zanjas, barro, roderas, rocas, bardales… las “vereas” se dividen, vuelven a juntarse, salen en varias direcciones, hay veces que vamos en paralelo cada uno por una. En fin, que algunos tramos los hacemos dos veces. 

Gonzalo ya ha cogido confianza con las calas nuevas y está en su salsa. Ahora soy yo, en un pequeño escalón, el que me voy al suelo. Eso me pasa por no decir aquello de ¡Calas fuera! No pasa nada, aprovechamos para hacernos unas fotos en un riachuelo, 13:00h.

Seguimos bajando esquivando piedras y patinando por el barro hasta que llegamos al pueblo. Terminamos con ocho kilómetros por el carril bici para poder lavarlas en la gasolinera más cercana. 

El plan de tomarnos unas cervezas en la plaza del pueblo queda pospuesto para la siguiente, son las 14:50 y Gonzalo se tiene que ir. Al final quedamos los dos encantados y hablando de repetir con más gente, el problema son las fechas… como siempre.

Un saludo a todos los MTBikers. ¡Nos vemos en el barro!

By Javi Ch.